Ya con un padre de actitud más que cuestionable nací yo.
Como ya os dije, vivíamos en un piso de alquiler con opción a compra y que mis padres compraron al poco tiempo. Mi madre había vendido la parte que le tocaba de la casa de mis abuelos, todo lo que tenía lo puso en ese piso, y mi padre, por suerte, ganaba bastante dinero... Sería un muy buen sueldo incluso hoy en día.
Tengo muchos recuerdos de aquel piso, a pesar de que nos fuimos de allí cuando solo tenía 4 años, ya os lo contaré. La mayoría creo que se podrían considerar parte de una infancia feliz, básicamente porque no me enteraba de nada y porque mi padre viajaba 5 días a la semana. También por mis vecinas, que eran niñas mayores y alucinaban con un bebé, me divertían mucho y me ponían Heidi y El Mago de Oz en VHS. Pero sí que tengo algunos hechos negativos muy presentes todavía... Voces, golpes, etc.
Recuerdo que había un agujero en la puerta de mi habitación, no sabía el motivo hasta hace poco. Al parecer en una de sus borracheras llegó dando voces, peleando para variar, y mi madre le pidió que se calmara para no despertarme. Claro, ¡qué barbaridad pedirle a alguien que se calle en un bloque de pisos de madrugada! creyó que no tenía por qué y le dio un puñetazo a la puerta de mi habitación.
Recuerdo, que ya empezaba a preguntarle a mi madre si ya venía papá (de sus viajes). No sé si mi madre pensaría que lo echaba de menos en aquel momento, pero era justo lo contrario. Temía que llegara. Le estuve preguntando eso mismo durante muuuuuchos años, hasta que aprendí a no tenerle miedo y evitarle por la casa siendo ya adolescente adulto, pero evidentemente me he adelantado mucho en el tiempo, seguimos otro día.